¿Crecimiento económico o progreso social?
¿Crecimiento económico
sin progreso social?
Con el propósito de hacer un diagnóstico de la situación actual de la
economía y ofrecer algunas propuestas de mejora, repasemos primero los
principales indicadores, mirando hacia atrás.
La situación de la economía
española en 2007 era la de una economía aparentemente sólida. El PIB crecía un
3,5% y la tasa de paro era inferior al 10%. Un crecimiento impulsado por una
enorme burbuja inmobiliaria alimentada por un elevadísimo endeudamiento privado
de empresas y particulares. El exceso de demanda y la falta de competitividad
generaron un estratosférico déficit comercial. Después de una larga y profunda
recesión, el panorama hoy es, sin duda, mejor. Diez años después, hay un buen
ritmo de crecimiento del PIB, se crea empleo. Las empresas invierten y aumentan
sus beneficios y se ha producido un fortalecimiento de la competitividad
exterior. Pero todo ello resulta compatible con señales negativas en forma de
precariedad de los empleos creados, salarios bajos, pérdida de capacidad
adquisitiva y desempleo elevado.
Los datos resultan desconcertantes. El fuerte crecimiento
económico no es suficiente para representar una mejora en el bienestar de
amplios colectivos de ciudadanos. Se debilita el vínculo que se ha manifestado
desde la década de los sesenta del pasado siglo, entre crecimiento económico y
avance social. Esta relación estrecha ha sido fundamental para consolidar una
sociedad inclusiva y moderna e identificar un proyecto colectivo ambicioso e
integrador. El nexo entre crecimiento económico y avance social ha sido clave
para configurar una sociedad española avanzada y con capacidad para proyectarse
en el mundo con sus logros y ambiciones.
El reciente informe del Banco de España (2017) identifica los
principales determinantes del crecimiento de los últimos tres años: La política
monetaria expansiva del B.C.E., los bajos precios del petróleo, el fortísimo
impulso del turismo, la política fiscal menos restrictiva y la recuperación
internacional. Es decir, un conjunto de factores externos que junto con la
deflación interna de salarios y costes, alimentan y dan fuerza a la
recuperación económica española.
Estamos en la trayectoria de siempre, muy vulnerable al ciclo
económico externo y que genera pocas externalidades positivas en la sociedad.
Se vuelven a reproducir las debilidades y limitaciones del modelo productivo
anterior. El impulso lo sostienen sectores de bajo valor añadido como el
comercio, transporte, hostelería y restauración. El consumo de las familias
actúa como motor de la demanda. El turismo ha sustituido a la construcción como
elemento tractor de la actividad económica. Las empresas compitiendo en costes,
han mejorado su eficiencia y rentabilidad pero no acaban de dar el paso hacia
la diferenciación e innovación. Y como corolario, los salarios y los empleos
que se crean reflejan la trayectoria en la que nos encontramos. Sin actividades
de alto valor añadido y sin mejoras sustanciales de la productividad, no
podemos esperar salarios altos ni empleos de calidad.
Por ello, si aspiramos a cambiar el rumbo, necesitamos seguir
impulsando reformas, iniciativas y políticas públicas que reorienten la senda
de crecimiento y generen los incentivos adecuados para avanzar por un camino
nuevo más firme.
Hay que abordar reformas en las instituciones que configuran el
marco de la economía y la sociedad, mejoras en el funcionamiento de los
mercados y cambios en la estructura y estrategias de las empresas que estimulen
el crecimiento de la productividad de la economía. Resulta imprescindible
reforzar la industria e impulsar una política industrial que fomente
actividades y servicios de mayor valor añadido y ayude a las empresas a
realizar la transición hacia los nuevos paradigmas de la robótica y la digitalización.
Las empresas tienen que aplicar nuevos modelos de gestión que propicien una
nueva cultura empresarial y desarrollar acciones y planes más orientados a la
innovación. Es urgente preparar al sistema educativo, profesional y
universitario, para el desarrollo de tecnologías de información avanzadas. Y es
necesario revertir la trayectoria seguida en los últimos años por la I+D+i en
España que ha sido una catástrofe y que nos aboca a la dependencia tecnológica.
En definitiva, necesitamos reformas profundas que reorienten la
trayectoria de crecimiento seguida para ofrecer un camino más inclusivo. Si no
lo hacemos con urgencia y continuamos en la senda equivocada, avanzaremos
rápidamente hacia una sociedad cada vez más dual y polarizada, con algunos
ganadores y muchos perdedores. Es urgente encontrar el camino donde el
crecimiento económico y el progreso social resulten compatibles y se refuercen
mutuamente y para ello hay que buscar las palancas del cambio que nos sitúen
con rapidez en la senda de un crecimiento económico inclusivo y socialmente más
equitativo.
FUENTE: http://www.ifuturo.org
Diario de Navarra, 25
de enero de 2018
Emilio Huerta, miembro
de Institución Futuro
Comentarios
Publicar un comentario