Organizarse con mapas mentales

Los mapas mentales son muy versátiles. Desde temas académicos, hasta presentaciones de proyectos, concientización sobre una problemática o situación, biografías, tus próximas vacaciones, entre otros.
Recuerda que los mapas mentales no solo favorecen el aprendizaje efectivo sino que también son una herramienta de organización, así que a través de ellos puedes plasmar tanto información de tu entorno, como tus pensamientos e ideas.


Paso 1: ¿Qué quiero expresar?

A diferencia de los mapas conceptuales, los mapas mentales son más flexibles e informales en su elaboración, así que si ya tienes una noción de lo que quieres transmitir, el siguiente paso será decidir si deseas elaborarlos de forma manual, para lo cual necesitarás: colores, hojas en blanco, tijera, pega y revistas si lo deseas. 

Paso 2: Comienza a hacer tu mapa mental

Para comenzar a elaborar tu mapa, debes colocar el título del mismo en el centro de la hoja. El título se refiere a la idea central de tu trabajo que puede ser “Viaje a Disney”, “Estrategias de marketing”, “Metas del mes”, “Rutina semanal de ejercicios”, entre otros. Debe ir acompañado de una imagen que cause impacto y permita al lector saber cuál es el tema, con sólo recibir esa primera impresión del mismo.
Por ejemplo: un mapa titulado “Inteligencia emocional” que muestra la imagen de un cerebro y un corazón en actitud de acuerdo o negociación.
Sin recibir más información que esa, el lector asume que se tratará de estrategias para manejar las emociones (corazón) de una forma más racional (cerebro) y, de esta forma percibe la información más importante de manera inmediata, que determinará su interés en el resto del mapa mental. Por ello es tan importante una buena representación gráfica del título, que no tiene que ser necesariamente muy compleja, puede ser sencilla pero explícita y siempre puedes buscar imágenes de revistas, internet o incluso dibujarlas tú mismo.

Paso 3: Organiza las Ideas

A continuación, comienza a trazar a partir del título, en orden de relevancia y en sentido de las agujas del reloj, una serie de ramificaciones gruesas llamadas subtemas, las cuales se refieren a aquellos aspectos generales que brindarán información específica al lector.
Por ejemplo, si tu mapa se trata sobre el “Cuidado de la piel” de seguro hablarás de: limpieza, alimentación, cosméticos e hidratación, o tal vez quieras enfocarlo en aspectos como: mañana, tarde y noche. Todo depende de cómo desees estructurar tu mapa, qué tipo de información quieras brindar y en qué puntos enfocarás su contenido.
En este ejemplo, el tema es la planificación de una reunión, por ende el primer subtema elegido por el autor fue la fecha de la misma, luego el lugar, y así sucesivamente, siguiendo el sentido de las agujas del reloj para indicar la relevancia. Nota que los subtemas o ramificaciones principales son siempre palabras claves y genéricas.
A partir de los subtemas comienza a desglosar información específica para cada ramificación, disminuyendo un poco el tamaño de la letra a medida que plasmas información más puntual, cuidando que siga siendo legible. Acompaña cada elemento con una imagen o símbolo que la identifique, así como flechas para ayudar a relacionar las ideas de ser necesario.
Puedes desglosar ramificaciones las veces que necesites pero recuerda que la idea es simplificar lo más que puedas el contenido, no deben ser oraciones ni frases largas.
Observa cómo a partir de los subtemas, se desglosa información mucho más específica, manteniendo siempre el mismo color para indicar al lector que la información pertenece a una misma ramificación.

Paso 4: ¡Los colores importan!

No tengas miedo de experimentar con colores y combinaciones, de hecho, es recomendable usar más de tres colores diferentes en un mapa mental para causar mayor impacto en el hemisferio derecho del cerebro y así retener y comprender la información de forma efectiva.
Se sugiere utilizar colores calientes como el rojo y el naranja para el título o el centro de tu mapa mental, colores tibios como el verde y el marrón para las ramas secundarias y colores fríos como azul y blanco para las ramas más lejanas. Sin embargo, esto no es una regla, ya que puede cambiar dependiendo de la temática y de tu diseño.
Este ejemplo es perfecto para que notes todos esos pequeños detalles que hacen la diferencia a la hora de aprender con los mapas mentales. Observa cómo cada ramificación es de un mismo color independientemente de las veces en que se desglose. Cada palabra está acompañada de una pequeña imagen o símbolo que hace más fácil al cerebro la asociación de ideas.
Lo más importante es, que a pesar de tener bastante información y contenido gráfico, entre cada subtema y ramificación se mantiene un espacio adecuado, las letras son legibles y poseen un buen tamaño para su fácil lectura, lo que hace que se pueda apreciar mucho mejor la creatividad del autor y que el lector pueda sentirse interesado en el contenido sin distraerse.

Paso 5: Ensayo y error

Lo interesante de un mapa mental es que produce en el individuo un Brainstorm o “lluvia de ideas”, esto significa que tus ideas irán surgiendo a medida que vayas trabajando en tu mapa, por lo cual es totalmente normal que estés terminando tu creación y recuerdes algún detalle importantísimo que pasaste por alto. No pasa nada, simplemente trabaja primero con un borrador y agrega cuantas hojas necesites hasta quedar satisfecho con la información plasmada.
Siempre es importante que al finalizar tu mapa mental, solicites la opinión de un tercero, quien podrá hacer algún tipo de observación o recomendación que permita que tu trabajo sea aún más provechoso.

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