La antropología social y cultural
La antropología social y cultural
Entender la complejidad de las sociedades y culturas
humanas, siendo conscientes de su riqueza, es un factor clave para comprender y
aceptar la diversidad. Un requisito que, en un mundo cada vez más globalizado,
se convierte en un aspecto irrenunciable, así como una competencia transversal
que aporta un importante valor añadido a cualquier perfil profesional. (UNIBA
2016)
La antropología, al igual que la sociología con quien
comparte las sociedades, la cultura y su diversidad como objetos de estudio,
sigue siendo esa gran desconocida entre el Gran público. Todavía se piensa en
la antropología como una ciencia dedicada exclusivamente a los pueblos
indígenas y culturas exóticas lejanas y aisladas de la civilización occidental.
Nada más lejos de la realidad, porque en la actualidad la antropología dirige
su atención tanto a las sociedades más originarias como a las más avanzadas,
entendiendo éstas últimas como las más afectadas por los grandes cambios que el
mundo ha experimentado en las últimas décadas: expansión del capitalismo,
grandes flujos migratorios, revolucionarios avances tecnológicos en las
comunicaciones y el transporte, etc.). Como dice Kottak: “la antropología sigue
siendo un campo excitante” que estudia en perspectiva comparativa “todas las
sociedades, antiguas y modernas, simples y complejas”, y en un mundo cada vez
más globalizado, la antropología tiene ante sí el gran reto de demostrar su
trascendental relevancia.
La antropología
En primer lugar, antes de abordar definiciones exhaustivas,
conviene saber la procedencia del término Antropología. Proviene de la
conjunción de los vocablos griegos: anthropos (humano) y logos (conocimiento).
Se suele encuadrar a la Antropología en el doble ámbito de
las ciencias sociales y en el de la tradición de las humanidades. En este
sentido, muchas veces se dice que la Antropología es una ciencia social
integradora que se dedica al estudio del ser humano de forma holística. El
holismo se refiere al estudio de todos los aspectos del ser humano: su pasado,
presente y futuro, su naturaleza biológica y social, el lenguaje y la cultura.
Como cualquier otra ciencia, la antropología aplica las
herramientas propias del método científico: observa sistemáticamente, registra
cuidadosamente y analiza en base a evidencias empíricas sobre su objeto de
estudio principal, esto es, la cultura y su diversidad. Dentro de las
humanidades, por la perspectiva comparativa y transcultural que aporta, se
considera a la antropología como una de las disciplinas más humanísticas.
A grandes rasgos, la antropología es una ciencia que trata
de observar, interpretar y representar las voces y enfoques de diferentes
épocas, lugares y culturas. “A través de sus diversos subcampos, la
antropología reúne enfoques biológicos, sociales, culturales, lingüísticos e
históricos. Las múltiples y variadas perspectivas ofrecen una apreciación más
completa de lo que significa ser humano” (Kottak 2011).
El origen de la Antropología
La antropología nace en la atmósfera intelectual que se
inicia a finales del siglo XVIII. Se
consolida como disciplina académica durante la segunda mitad del siglo XIX, en
un ambiente que enfrenta al racionalismo francés de Voltaire y el romanticismo
alemán de Johan Gottfried von Herder, “el espíritu de las luces frente al
relativismo histórico; la noción de universalidad en pugna con la de
particularidad” (Díaz-Polanco 1999: 10)
Antropología general y los “cuatro campos”
La antropología (o antropología general) se divide en
“cuatro campos”: la antropología social y cultural (o sociocultural), la
antropología biológica o física, la antropología lingüística y la antropología
arqueológica (más simplemente conocida como “arqueología”).
La antropología social y cultural, la que más seguidores
tiene de las cuatro disciplinas de la antropología, estudia las sociedades y
las culturas humanas, especialmente su diversidad, esto es, observa, analiza y
explica las similitudes y diferencias sociales y culturales. Existen dos tipos
de prácticas muy consolidadas dentro del
campo de la antropología sociocultural: la etnografía (con base en el trabajo
de campo) y la etnología (con base en la comparación transcultural). La
etnografía trata de explicar las prácticas culturales de una sociedad o
comunidad en particular. Tradicionalmente, los etnógrafos se introducen en
pequeñas comunidades, conviven con su gente durante un buen tiempo y recopilan
pacientemente numerosos datos con el fin de analizar, interpretar y explicar la
vida social, las costumbres, las creencias, la religión, la organización
política y las actividades económicas locales. La etnología observa, analiza,
interpreta y compara los resultados de la etnografía los resultados obtenidos de
la etonografía. Se comparan y contrastan los datos obtenidos en diferentes
sociedades para después realizar generalizaciones sobre la sociedad y la
cultura. Se puede decir que la etnología lleva lo particular de la etnología a
lo general. Los etnólogos buscan similitudes y diferencias culturales, formulan
hipótesis y elaboran teorías para comprender el funcionamientos de nuestros
sistemas sociales y culturales. La etnología no sólo compara los datos
obtenidos de la etnografía, sino también los de otros campos como, por ejemplo,
la arqueología, que son imprescindibles para reconstruir los sistemas
socioculturales del pasado.
T01_Etnografía y etnología
La antropología biológica o física estudia la diversidad
biológica del ser humano en el espacio y el tiempo. Dentro de este campo se han
consolidado cinco intereses especiales: 1) La evolución humana según revelan
los registro de fósiles (paleontología); 2) Genética humana; 3) Crecimiento y
desarrollo humanos; 4) Plasticidad biológica humana (la capacidad del cuerpo
para enfrentarse a tensiones como el calor, frio y la altitud); 5) La biología,
evolución, comportamiento y vida social de monos simios y otros primates.
La antropología lingüística estudia el lenguaje en su
contexto sociocultural a través del espacio y el tiempo. Los sociolingüistas
tratan de descubrir las relaciones entre las prácticas lingüísticas y las
variaciones socioculturales. “Ningún lenguaje es un sistema homogéneo en el que
todos hablan de la misma forma”.
La arqueología estudia el comportamiento humano y los
modelos culturales a través de los restos materiales que los humanos dejan tras
de sí.
Estos “cuatro campos” (o subdisciplinas) están íntimamente
interrelacionados y los resultados de las investigaciones de cada uno de ellos
pueden influir muy notablemente en los otros.
“La antropología general explora los fundamentos de la
biología humana, la sociedad y la cultura, y considera sus interrelaciones”.
Los antropólogos comparten ciertos supuestos básicos, entre ellos, el más
fundamental según Kottak: “la idea de que no es posible extraer conclusiones
acertadas acerca de la “naturaleza humana” a partir del estudio de una sola
nación, sociedad o tradición cultural”. Para ello es necesario el “enfoque
comparativo” (Kottak 2011: 9).
Un ejemplo de este “enfoque comparativo” y la transferencia
de conocimientos entre las subdisciplinas de la antropología podría explicarse
a través de cómo las fuerzas culturales dan forma a la biología humana. La
perspectiva comparativa biocultural [1] de la antropología afirma que existen
fuerzas culturales que moldean continuamente la biología humana. Pensemos que
las diferentes tradiciones culturales favorecen ciertas habilidades y merman
otras, implementan cánones de belleza y bienestar, fomentan actividades físicas
y deportes que varían la complexión física, etc. En este sentido la cultura se
entiende como una “fuerza ambiental” esencial que determina en gran medida
“cómo los cuerpos humanos crecen y se desarrollan” (Kottak 2011: 9).
Antropología ¿social o cultural?
Según el Diccionario de Antropología de Thomas Barfield
(2001: 43-48), la antropología cultural y la antropología social son
tradiciones intelectuales diferenciables entre sí e incluso independientes. El
uso de los términos “cultural” y “social” para delimitar ambas se popularizó en
la década de 1930, aunque tal divergencia ya había aparecido antes. En la
actualidad estos dos términos no señalan una división de enfoque precisa, de
tal manera que muchos antropólogos ignoran tal distinción. Pero para otros la
diferencia continúa siendo importante, aunque sólo sea para delimitar estilos
etnográficos diferentes.
La terminología “antropología cultural” suele aplicarse a
trabajos etnográficos de carácter holístico que se centran en estudiar cómo las
diversas formas de la cultura afectan a la experiencia individual, o en ofrecer
una visión global de las de las creencias, costumbres e instituciones de un
pueblo. La terminología “antropología social” se aplica a los trabajos
etnográficos que intentan delimitar un sistema concreto de relaciones sociales
(la vida doméstica, las leyes, la política, la economía). En la antropología
social se otorga mayor atención a las bases organizativas de la vida social.
En cuanto a las influencias nacionales e internacionales en
el uso distinto de los dos términos, la antropología cultural continúa siendo
la tradición dominante en Estados Unidos, y La antropología social lo es en
Gran Bretaña. Pero, como nos advierte Barfield, las dos tradiciones no se
corresponden exactamente con esa división. El antropólogo británico Edward
Tylor (1932-1917) es considerado como el precursor de la antropología cultural.
Por otro lado, se considera al antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan
como la figura principal de la antropología social británica. Sin embargo,
otros antropólogos, como Bronislaw Malinowski, huyeron de cualquier tipo de
categorización.
Barfield nos cuenta algunas asimetrías interesantes entre la
“antropología social” y la “antropología cultural”. Según Radcliffe-Brown, los
antropólogos sociales han visto a la antropología cultural como un campo de
investigación distinto, mientras que los antropólogos culturales han
identificado a la antropología social como un subcampo de la antropología
cultural. Los antropólogos sociales han tendido a minusvalorar algunas de las
principales preocupaciones de los antropólogos culturales, como los estudios de
“cultura y personalidad”, al suponer que están basadas en premisas erróneas.
Por su parte, los antropólogos culturales se han referido a los antropólogos
sociales como “quisquillosos adeptos de una doctrina excesivamente estrecha”.
La manifestación más explícita de esta desconfianza mutua fue el debate que
tuvo lugar en 1951 en The American Anthropologist entre George Peter Murdock y
Raymond Firth.
Entre los temas que perduran sobre la distinción entre la
antropología social y la antropología cultural, Barfield se hace la siguiente
pregunta: ¿Esta distinción es una mera cuestión de estilo o de tradición
cultural (coloreada de identidad nacional) o si por el contrario apunta a una
divergencia sustancial y filosófica más profunda? Barfield explica el argumento
de esta última interpretación:
La antropología cultural, en la tradición de Boas, pretende
aprehender la totalidad de la vida cultural humana. La antropología social
aborda las bases organizativas de las sociedades humanas. En la práctica,
algunos antropólogos culturales también dan prioridad analítica a la estructura
social, y algunos antropólogos sociales, cuando analizan los sistemas sociales,
aprehenden una gran parte de la vida cultural. Sea como fuere, uno de los
enfoques es básicamente sintético, y el otro analítico e inductivo. (Barfield
2001: 47)
La distinción entre la antropología social y la antropología
cultural continúa estando presente en la antropología contemporánea, sin
embargo ha perdido fuerza y la mayor precisión que tuvo a mediados del siglo
XX. Según Barfield, el declive de esta distinción podría deberse a la
influencia del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, quien en 1949 declaró
que “la antropología social y la antropología cultural eran parte de la
etnología y virtualmente indiferenciables”.
La cultura
Las culturas son tradiciones y costumbres, transmitidas
mediante aprendizaje, que forman y guían las creencias y el comportamiento de
las personas expuestas a ellas. Los niños aprenden tales tradiciones al crecer
en una sociedad particular, mediante un proceso llamado enculturación. (Kottak
2011: 5)
La cultura de una sociedad se conforma a base de muchas
generaciones que van consolidando una serie de costumbre y creencias acerca de
cómo son y deben hacerse las cosas, la concepción del mundo, la concepción de
“el bien y el mal”. La cultura es fundamental para la cohesión de las conductas
y las creencias de los individuos que viven en una determinada sociedad.
El mecanismo más importante para la transmisión y el
mantenimiento de las costumbres y creencias de cada cultura es el aprendizaje,
un mecanismo inminentemente social mucho más influyente que la herencia
biológica. “La cultura no es en sí misma biológica, sin embargo descansa en
ciertas características de la biología humana” (Kottak 2011: 5).
La prueba transcultural
“La prueba transcultural”, según Kottak (2011: 4), es el
elemento primordial para el enfoque antropológico. La antropología hunde sus
raíces en la “perspectiva transcultural”. Muchas veces no caemos en la cuenta
de que la cultura en la que estamos insertos nos resulta “invisible”, la vemos
como lo normal, como lo que siempre ha sido, hasta que experimentamos lo que se
suele conocer como “choque cultural”, esto es, el cúmulo de sentimientos de
extrañeza que experimentamos cuando nos introducimmos en otra cultura distinta
de la nuestra de origen y las comparamos. Es entonces cuando nuestras creencias
y nuestras costumbres se someten a tensión al compararlas con las de otras
culturas y comprobar lo diferentes que son, e incluso totalmente contrarias a
las nuestras. Y ante esta perspectiva comparativa se puede afirmar a priori que
las concepciones sobre el ser humano, lo que las cosas son y cómo se deben
hacer, no pueden ser definidas únicamente por una cultura.
La diversidad cultural
En su conocido manual Antropología Cultural (2011), Conrad
Pillip Kottak [2] sostiene que “ningún campo académico tiene un compromiso o
respeto tan fuerte con la diversidad cultural como la antropología”.
La antropología explora la diversidad humana en el tiempo y
el espacio; estudia toda la condición humana, su pasado, presente y futuro; su
biología, sociedad, el lenguaje y la cultura. De particular interés es la
diversidad que proviene de la adaptabilidad humana. (Kottak 2011: 4)
La creatividad, la adaptabilidad y la flexibilidad son
atributos humanos básicos, y la diversidad humana es el tema de estudio de la
antropología. (Kottak 2011: 5)
Al principio del manual, Kottak nos comenta una interesante
experiencia que denomina “Otra mirada a…” y que ha procurado aplicar siempre a
sus alumnos en clase. El propósito de esta experiencia es descubrir las
diferencias más destacadas que los alumnos extranjeros perciben entre su
cultura de origen y la del país donde se encuentran estudiando. “El punto de
vista de un extranjero puede ayudar a hacer visibles características
particulares de la cultura propia”. Es al estudiar otras culturas cuando “aprendemos
a apreciar, a cuestionar y a reinterpretar aspectos de nuestra cultura”.
La “Otra mirada a…” de Kottak no sería en esencia muy
diferente de lo que Thomas R. Williams llamó el “desgaste del etnocentrismo” en
la investigación de la cultura.
Tratándose del estudio del otro hay un conjunto de
dificultades, de obstáculos para que el investigador pueda captar o
“comprender” en su profundidad y significado, en su función, etcétera, el
fenómeno cultural que quiere estudiar. Uno de los obstáculos principales
consiste en los preconceptos, en las nociones etnocéntricas que inevitablemente
el antropólogo carga como bagaje de su propio mundo. Por consiguiente, hay que
desgastar tal etnocentrismo. (Díaz-Polanco 1999: 17)
Adaptación biológica y cultural
La evolución de los seres humanos ha dependido de dos tipos
de adaptación: la biológica y la cultural. Entendiendo por adaptación el
conjunto de cambios que los organismos realizan para enfrentarse y sobrevivir a
las diversas fuerzas del ambiente y las circunstancia a la que están sometidos,
los humanos a lo largo del tiempo hemos tenido que adaptarnos, por ejemplo, al
clima de diferentes lugares. En este caso, la adaptación biológica podría dar
cuenta de las diferencias fisionómicas de los individuos en distintas partes
del mundo; pero aprendimos también a abrigarnos para no pasar frio. Cuando nos
trasladamos de un lugar más cálido a uno más frio, procuramos llevar la ropa
más adecuada para soportar el frio. Esto último es una de las múltiples
adaptaciones culturales que hemos desarrollado para protegernos y adaptarnos a
las inclemencias del clima y la meteorología.
En la siguiente tabla (Kottak 2011: 8) podemos ver las
diferentes formas de adaptación cultural y biológica que tenemos los humanos
para adaptarnos a lugares de gran altitud.
T02_Adaptación cultural y biológica
Podemos preguntarnos: ¿entre la adaptación biológica y la
cultural, de cuál de ellas ha dependido más la evolución de los seres humanos?
Si tenemos en cuenta todos los cambios que hemos experimentado desde el mismo
origen de la humanidad, no será fácil responder a esta pregunta. Aparte de la
cuantía de los cambios hay que tener en cuenta los aspectos cualitativos, los
cuales, según la relevancia que se otorgue a uno y otros cambios de diferente
índole (biológicos y culturales), forman parte del extenso e intenso debate
Biología vs Cultura, que enfrenta, por ejemplo, a antropólogos culturales y
sociobiólogos. Las controversias de este debate se centran en torno a la idea
de si ha sido la cultura la que ha propiciado la evolución biológica humana o
al contrario. La tesis más comúnmente aceptada es que evolución biológica y
evolución cultural han corrido parejas en continua interconexión. No obstante,
de los más de 150.000 años de vida que se estima que el homo sapiens lleva
sobre la Tierra, en los últimos 10.000 años los cambios culturales han sido
mucho más numerosos y relevantes. En palabras de Kottak:
Conforme se desarrolla la historia humana, los medios de
adaptación social y cultural se han vuelto cada vez más relevantes. En este
proceso, los humanos han imaginado diversas formas de enfrentar la diversidad
de ambientes que han ocupado en el tiempo y el espacio. Las tasas de adaptación
y cambio culturales se han acelerado, en particular durante los últimos 10.000
años. Durante millones de años, la caza y la recolección de los recursos de la
naturaleza, el forrajeo, fue la base exclusiva de la subsistencia humana. Sin
embargo, sólo se requirió de algunos miles de años para la producción de
alimentos (el cultivo de plantas y la domesticación de animales), que se
originó hace unos 12.000-10.000 años, para sustituir el forrajeo en la mayoría
de las áreas. Entre 6.000 y 5.000 años antes del presente, surgieron las
primeras civilizaciones. Eran sociedades grandes, poderosas y complejas, como
el antiguo Egipto, que conquistó y gobernó grandes áreas geográficas.
Más recientemente, la extensión de la producción industrial
afectó profundamente la vida humana. A lo largo de la historia, las grandes
innovaciones han surgido a costa de las anteriores. Cada revolución económica
ha tenido repercusiones sociales y culturales. La economía global actual y las
comunicaciones vinculan a todas las personas contemporáneas, directa o
indirectamente, en el moderno sistema mundial. Las personas deben enfrentar
fuerzas generadas por sistemas cada vez más grandes: región, nación y mundo.
(Kottak 2011: 8)
El estudio de las “adaptaciones contemporáneas” en un mundo
cada vez más global forma parte de ese gran reto que tiene ante sí la
antropología, como indicaba al principio. “Las culturas de las personas del
mundo necesitan ser redescubiertas constantemente y ellas se reinventan en
circunstancias históricas cambiantes” (Marcus y Fischer 1986: 24 en: Kottak
2011: 8).
La antropología social y cultural y la sociología
La antropología social y cultural comparte con la sociología
el mismo interés por las diferentes formas de organización social y los
comportamientos dentro de ellas. Según Kottak (2011: 14-15) Las diferencias más
significativas entre la antropología social y cultural y la sociología
provienen del tipo de sociedades a las que cada una se enfocaron en sus
inicios. Mientras la sociología se centró en las sociedades industriales de
occidente, la antropología puso su punto de mira inicial en las sociedades no
industriales, pequeñas y no letradas (sin escritura). Cada disciplina elaboró
sus propios métodos de recopilación de datos, los que cada una consideró más
adecuados según el tipo de sociedad. Así, la sociología hizo uso de las
estadísticas y del muestreo para describir fenómenos de las sociedades
industriales, mientras que la antropología se apoyó en la etnografía, “un
proceso de investigación en el que el antropólogo observa registra y se
involucra de manera cercana en la vida diaria de otra cultura; experiencia
etiquetada como el método de trabajo de campo, y luego escribe un relato sobre
esta cultura, con énfasis en el detalle descriptivo” (Marcus y Fischer 1986: 18
en: Kottak 2011: 15). De gran importancia en la etnografía es la peculiar
técnica de investigación de la “observación participante” que implica “tomar
parte en los eventos que uno observa, describe y analiza”.
Si bien hemos referido las diferencias sustanciales de ambas
ciencias a los métodos de investigación y los tipos de sociedades objetos de su
estudio en sus inicios, ahora la antropología sociocultural y la sociología
convergen en muchas áreas de estudio y comparten métodos. A medida que se
extiende y se complejiza el moderno sistema mundial, los sociólogos hacen más
incursiones en países en desarrollo y otros lugares que fueron campos
exclusivos de estudio de la antropología. De igual manera, los antropólogos
ahora centran mayor atención en países industriales, donde estudian cuestiones
de gran relevancia como el “declive rural”, la vida social de las grandes
ciudades y el papel que los avances tecnológicos de la comunicación juega en
los cambios socioculturales.
FUENTE:
https://cisolog.com/sociologia/la-antropologia-social-y-cultural/
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