¿Cómo es la mirada de nuestros niños?


En un mundo frenético como el nuestro, los más pequeños se han acostumbrado al ritmo de los adultos: son capaces de llevar un sinfín de actividades, siempre deprisa, saltando etapas y disfrutando cada vez menos de su tiempo de ocio. De hecho, hay quien opina que se están perdiendo lo mejor de la vida. Es el caso de Catherine L'Ecuyer, quién publicó en el año 2013 "Educar en el asombro", un libro pensado para que nos paremos a reflexionar sobre si estamos dejando a nuestros niños desarrollarse en plenitud.





La función principal de la educación es ayudar a mirar a los niños. Aunque muchos estén convencidos de que la educación debe enseñarles cómo es el mundo y mostrarles la realidad a través de los ojos de los adultos a base de proporcionarles toneladas y toneladas de datos, la educación tiene como verdadero objetivo ayudarles a abrir los ojos y que sean capaces de tener su propia mirada. Por eso, como diría el gran Francesco Tonucci, los mejores docentes son aquellos que pueden ver el mundo con ojos de niño.



En la familia y en la escuela el niño debe aprender a mirar sin intermediarios, debe descubrir cómo es el mundo, debe satisfacer su curiosidad. Es una triste realidad que la escuela del examen y la nota ahoga la curiosidad de los niños cuando debería despertarla y utilizarla como motor del aprendizaje. En la escuela, los niños tienen que pensar, sentir y actuar, y no memorizar, repetir y recitar. O lo que es lo mismo, debemos preocuparnos menos de aprobar y más de aprender.



Para saber si un niño recibe una educación adecuada solo tenemos que comprobar cómo es su mirada. La mirada de un niño que recibe una educación que le permitirá sobrevivir en un mundo cada vez más inestable es una mirada desafiante, una mirada rebelde. Una mirada que demuestra que tiene su propia manera de ver el mundo, que tiene la capacidad de solucionar problemas aplicando los conocimientos que posee, que es capaz de ver el mundo con sentido crítico y aportar todo su talento en la mejora de su vida como individuo y como miembro de la sociedad.

Dice L'Ecuyer que "una educación que no da respuesta a los 'porqués' y a los 'para qué' de los niños no es una educación, es un absurdo adiestramiento". Creo que tiene toda la razón. La mejor manera de ayudar a los niños es enseñarles a que busquen respuestas a sus dudas, que busquen soluciones a sus problemas, que sacien su curiosidad. Y eso no se consigue con una educación que cierra los ojos de los niños, con una educación que les coloca una venda para que no sean capaces de ver el mundo por sí mismos. Se consigue con una educación afectiva, significativa, que enseña valores, con una educación que provoca que los niños tengan una mirada desafiante.

Fuentes:
http://apegoasombro.blogspot.com.es/
http://www.salvarojeducacion.com/

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