HISTORIA DE LA ECONOMÍA
Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVII en Inglaterra sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a «realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». De esta forma al capitalismo, al igual que al dinero y la economía de mercado, se le atribuye un origen espontáneo o natural dentro de la edad moderna.
LIBERALISMO Y PAPEL DEL ESTADO
La doctrina política que históricamente ha encabezado la defensa e implantación de este sistema económico y político ha sido el liberalismo económico y clásico del cual se considera sus padres fundadores a John Locke, Juan de Mariana y Adam Smith. El pensamiento liberal clásico sostiene en economía que la intervención del gobierno debe reducirse a su mínima expresión. Solo debe encargarse del ordenamiento jurídico que garantice el respeto de la propiedad privada, la defensa de las llamadas libertades negativas: los derechos civiles y políticos, el control de la seguridad interna y externa (justicia y protección), y eventualmente la implantación de políticas para garantizar el libre funcionamiento de los mercados, ya que la presencia del Estado en la economía perturbaría su funcionamiento. Sus representantes contemporáneos más prominentes son Ludwig von Mises y Friedrich Hayek por parte de la llamada Escuela austríaca de economía; George Stigler y Milton Friedman por parte de la llamada Escuela de Chicago, existiendo profundas diferencias entre ambas.
Existen otras tendencias dentro del pensamiento económico que asignan al Estado funciones diferentes. Por ejemplo los que se adscriben a lo sostenido por John Maynard Keynes, según el cual el Estado puede intervenir para incrementar la demanda efectiva en época de crisis. También se puede mencionar a los politólogos que dan al Estado y a otras instituciones un papel importante en controlar las deficiencias del mercado (una línea de pensamiento en este sentido es el neoinstitucionalismo).
El MERCANTILISMO
El mercantilismo es una forma nacionalista del capitalismo temprano que nació aproximadamente en el siglo XVI.
La escuela clásica inglesa (1776-1870) impulsa el CAPITALISMO (sistema eco. basado en el Capital, la intervención de los precios y los mercados).
El capitalismo se basa ideológicamente en una economía en la cual el mercado predomina, esto usualmente se da, aunque existen importantes excepciones además de las polémicas sobre qué debe ser denominado libre mercado o libre empresa. En este se llevan a cabo las transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian las mercancías (bienes y servicios), permite la asignación de recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos.
El capitalismo laissez faire se caracteriza por contratos voluntarios en ausencia de intervención de terceros (como pudiere ser el Estado). Los precios de los bienes y servicios son establecidos por la oferta y la demanda, llegando naturalmente a un punto de equilibrio. Implica la existencia de mercados altamente competitivos y la propiedad privada de los medios de producción. El rol del Estado se limita a la producción de seguridad y al resguardo de los derechos de propiedad.
El capitalismo se considera un sistema económico en el cual el dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción desempeña un papel fundamental. Es importante comprender lo que se entiende por propiedad privada en el capitalismo ya que existen múltiples opiniones, a pesar de que este es uno de los principios básicos del capitalismo: otorga influencia económica a quienes detentan la propiedad de los medios de producción (o en este caso el capital), dando lugar a una relación voluntaria de funciones y de mando entre el empleador y el empleado. Esto crea a su vez una sociedad de clases móviles en relación con el éxito o fracaso económico en el mercado de consumo, lo que influye en el resto de la estructura social según la variable de capital acumulada; por tal razón en el capitalismo la pertenencia a una clase social es movible y no estática.
Las relaciones económicas de producción y el origen de la cadena de mando —incluyendo la empresaria por delegación— es establecida desde la titularidad privada y exclusiva de los propietarios de una empresa en función de la participación en su creación en tanto primeros propietarios del capital. La propiedad y el usufructo queda así en manos de quienes adquirieron o crearon el capital volviendo interés su óptima utilización, cuidado y acumulación, con independencia de que la aplicación productiva del capital se genere mediante la compra del trabajo, esto es, el sueldo, realizado por los asalariados de la empresa.
Una de las interpretaciones más difundidas señala que en el capitalismo, como sistema económico, predomina el capital —actividad empresarial, mental— sobre el trabajo —actividad corporal— como elemento de producción y creador de riqueza. El control privado de los bienes de capital sobre otros factores económicos tiene la característica de hacer posible negociar con las propiedades y sus intereses a través de rentas, inversiones, etc. Eso crea el otro distintivo del capitalismo que es el beneficio o ganancia como prioridad en la acción económica en función de la acumulación de capital que por vía de la compra del trabajo puede separarse del trabajo asalariado.
El capitalismo contra las veleidades de la regulación del Estado en el siglo XX
A lo largo del siglo XX, la abertura del capitalismo ha sido limitada en parte por las crisis económicas y la emergencia de modelos económicos alternativos: las guerras mundiales, el bloque comunista, el nazismo en Alemania y sobre todo la crisis económica de los años 1930.
Es en efecto en el curso de esta década el capitalismo debió hacer frente a los desafíos más importantes desde su advenimiento en el siglo XVIII. La crisis trajo una entrega (descuento) en cuestión del "capitalismo salvaje" y del liberalismo. Por ejemplo, la teoría económica entonces dominante (Keynesianismo) preconizaba la intervención pública (John Maynard Keynes, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, 1936) para regular las disfunciones de un sistema económico que cualificaba imperfecto y fundamentalmente inestable.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de los Estados de bienestar se acompañó de una toma de control por el Estado de las sociedades más grandes industriales, comerciales y bancarias en numerosos países. Los sistemas de seguridad particular en cuanto a ellos habían reemplazado por una toma en carga colectiva de los riesgos a escala estatal. Apreciamos entonces economías mixtas, donde el capitalismo no debía dominar en lo sucesivo, pero sí coexistir con sistemas económicos alternativos.
No obstante, en respuesta al shock petrolero y en respuesta a la crisis económica de los años 1970, los fundamentos teóricos de la intervención pública y de la regulación del capitalismo fueron retomados. El regreso de las políticas liberales y la privatización de faldones enteros de la economía marcó la vuelta del capitalismo privado como sistema dominante de las economías de mercado. Por otro lado, los años 1990 fueron marcados por la desaparición progresiva de los sistemas alternativos en los países del antiguo bloque comunista y en los numerosos países en vías de desarrollo.
- Adam Smith: elimina el poder del Estado, importancia del Mercado, Libre Mercado (Libre mercado controle los niveles de producción y de precio, y distribuya los recursos), La División del Trabajo. Adam Smith, funda la economía como ciencia.
- David Ricardo:
- Malthus:
- John Stuart Mill
La demanda agregada es la suma de los gastos en bienes y servicios que los consumidores, las empresas y el Estado están dispuestos a comprar a un determinado nivel de precios y depende tanto de la política monetaria y fiscal, así como de otros factores.
El modelo de la oferta y demanda agregada muestra cómo de la interrelación entre la oferta y la demanda agregada resultan los valores de equilibrio de la producción (el PIB) y los precios, es decir muestra el precio al que la demanda y la oferta se equilibran. La política económica puede incidir en este equilibrio mediante medidas que hagan desplazar la demanda agregada.2
Desde los años treinta del siglo XX, la macroeconomía se orientó fundamentalmente hacia el lado de la demanda, aunque a partir de los setenta creció el interés por las políticas de oferta. Cuando el desempleo es elevado, un incremento del gasto y por tanto de la demanda elevará la producción y el empleo sin afectar demasiado a los precios, son políticas expansivas de la demanda agregada.
Pero si la economía se encuentra cerca del nivel de pleno empleo, un incremento de la demanda agregada producirá principalmente una subida del nivel de precios. En estos casos es necesario actuar sobre la oferta agregada. Las perturbaciones de la oferta pueden llegar a reducir la producción como sucedió en la crisis del petróleo en los años setenta del siglo XX, por el contrario políticas tendentes a elevar la productividad y por tanto el de oferta agregada pueden contribuir a reducir las presiones sobre los precios.
Para algunos autores como Alejandro Nadal la expansión del neoliberalismo durante el último tercio del siglo XX ha desarticulado el vínculo tradicional entre salarios, ingresos y demanda agregada, lo que socavaría las propias bases de la economía capitalista a nivel mundial. Para el autor la congelación real de los salarios de los trabajadores fue compensada -para garantizar la demanda agregada- por un sobrendeudamiento de las capas medias y trabajadoras de la población mediante créditos bajos y con pocas garantías. Las consecuencias de estas políticas han sido la crisis económica de 2008-2011 a nivel mundial con la secuela de desempleo, desigualdad y pobreza de numerosas naciones. Para este autor Cuando se produce un colapso de la demanda agregada, la inversión se detiene y, con ella, se frena la generación de empleo. Eso conduce a una más intensa caída de la demanda agregada y así, en un círculo vicioso, se llega a la depresión. La demanda puede apoyarse en el gasto público, pero hoy la reacción neoliberal impide utilizar este instrumento.
Milton Friedman no ha sido el economista moderno más famoso e influyente; ese honor le corresponde a John Maynard Keynes. Pero Friedman se le acerca mucho. Fue de algún modo el mejor alumno, el sucesor y el que completó la obra de Keynes. En su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes establece el marco que casi todos los macroeconomistas usan actualmente. Ese marco se basa en el gasto y la demanda, los determinantes de los componentes del gasto, la teoría de los tipos de interés a corto plazo basada en la preferencia por la liquidez y la necesidad de que el Estado intervenga para mantener equilibrada la economía.
Pero la teoría de Keynes era incompleta. A su marco, Friedman añadió una teoría de los precios y de la inflación basada en la idea de que existe una tasa natural de desempleo y en los límites de la política oficial para estabilizar la economía en torno a su tendencia de crecimiento a largo plazo, límites más allá de los cuales la intervención provocaría inflación. Además, Friedman corrigió el marco de Keynes en un aspecto importante. La experiencia de la Gran Depresión llevó a Keynes a subestimar en gran medida el papel y la influencia de la política monetaria. Friedman, en una campaña de 30 años que empezó con Historia monetaria de los Estados Unidos, escrito en colaboración con Anna J. Schwartz, restauró el equilibrio.
Desde otra perspectiva, Friedman fue el archirrival y el enemigo de Keynes y sus sucesores. Friedman y Keynes coincidían en que hacía falta una gestión macroeconómica apropiada, que la economía privada por sí misma bien podía estar sujeta a una inestabilidad insoportable y que para mantener la estabilidad era necesaria la intervención estratégica y firme, aunque limitada, del Estado. Pero mientras que para Keynes la clave era mantener estable la suma de gasto público y privado, para Friedman la clave estaba en mantener estable la oferta de dinero (la cantidad de poder adquisitivo en forma fácilmente consumible en manos de empresas y hogares).
Esa diferencia de opinión se derivaba del profundo abismo en la filosofía moral de Keynes y Friedman. Keynes se consideraba a sí mismo enemigo del laissez-faire y partidario de la gestión pública. Unos funcionarios inteligentes, pensaba, podían diseñar unas instituciones económicas superiores al mercado. No se daba el caso, sostenía Keynes, de que los incentivos privados de quienes se encontraban en el mercado coincidieran con el bien público.
Keynes creía en la tecnocracia: expertos hábiles que, por bondad de corazón, diseñaran y ajustaran instituciones que posibilitaran la prosperidad general, como él hizo, de hecho, en Bretton Woods, donde se crearon instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Friedman disentía. En su opinión, los intereses privados del mercado suelen coincidir con el bien público: los episodios de fracaso significativo e importante del mercado eran la excepción, no la regla, y el laissez-faire era bueno como primera aproximación. Friedman creía que aunque los intereses privados no coincidieran con los públicos, el Estado no podía realmente solucionar el problema. Los fallos del Estado, sostenía, eran mayores y más terribles que los del mercado.
Al mismo tiempo, Friedman creía que incluso aunque el equilibrio de mercado no fuera el óptimo utilitario para el bienestar social, e incluso aunque se pudiera usar al Estado para mejorar la situación desde un punto de vista utilitario, seguía teniendo un valor adicional el conceder a los humanos la mayor libertad. Había, pensaba Friedman, algo intrínsecamente malo en el hecho de que el Estado fuera mandando y dando órdenes a la gente, aunque el Estado supiera lo que hacía.
No sé quién estaba más acertado en su orientación profunda, si Keynes o Friedman. Pero sí creo que la tensión entre sus dos puntos de vista ha sido una fuerza motriz muy valiosa para el progreso humano a lo largo de los últimos cien años.
Un discípulo de Hayek, Milton Friedman, dijo que la crisis de 1929 se debió a un problema de circulación monetaria y que las autoridades deberían haber inyectado más capital. Las recetas monetaristas lograron reducir la inflación y Reagan y Thatcher, en el poder, iniciaron la desmantelación del Estado del Bienestar y la desregulación financiera. Los grandes "brokers" y Wall Street empezaron sus grandes inversiones y especulaciones. A ello se sumó la teoría de la oferta, que establece según Says que la oferta crea su propia demanda y que basta con bajar los precios para obtener más clientes. La carrera por reducir costes de producción y salariales se apoya en el avance tecnológico de la informática o las mejoras en la producción como el "just-in-time" de Toyota, que impusieron una mayor flexibilidad y precariedad en el empleo, sobre todo de las nuevas generaciones. El mundo se hizo más competitivo y la lucha contra la inflación tuvo como efecto colateral un aumento del desempleo. Entre 1989 y 1991, colapsó el Bloque Soviético, se desmanteló la URSS y China se abrió al comercio. Era la antesala de la era de la globalización.
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