Plan keynesiano europeo

El economista británico estaría orgulloso de la canciller germana que ha liderado el mayor plan de inversión pública aprobado en Europa en la historia



En enero de 1935, John Keynes le escribió al dramaturgo Bernard Shaw: “Creo que estoy escribiendo un libro de teoría económica que revolucionará la manera de pensar los problemas económicos”. El plan aprobado por los líderes europeos fue influido por las ideas del economista difunto, como el mismo Keynes sentenció. La pandemia ha provocado la peor crisis económica global desde que se publicó el libro del maestro Keynes. La incertidumbre es extrema y paraliza las decisiones de inversión de empresas y familias. Por tanto, sin la intervención pública el mundo sufriría otra gran depresión. La intervención rápida y eficaz en marzo evitó un rescate de Italia y España y poner de nuevo la sostenibilidad del euro. La moneda europea se ha apreciado contra el dólar desde marzo, actuando de moneda refugio global, y las primas de riesgo están en mínimos históricos.
Las deudas públicas de la mayoría de Estados europeos no se habían recuperado del impacto de la Gran Recesión en 2008 y el déficit público de este año será de dos dígitos en la mayoría de países. En 2010 Merkel siguió la misma filosofía que hoy Mark Rutte y el resultado fue una doble recesión en Europa y más deuda pública. Keynes estaría orgulloso de la canciller germana que ha liderado el mayor plan de inversión pública aprobado en Europa en la historia. 750.000 millones, aproximadamente el 5% del PIB de la Unión Europea. Los fondos se aprobarán durante los próximos tres años y se podrán ejecutar en el próximo presupuesto europeo, hasta 2027.
A Keynes le preguntaron en qué gastar y dijo: “En cavar agujeros y volver a taparlos”. Era un admirador de la negación al absurdo de la escuela escolástica, pero es evidente que muchos no tuvieron la inteligencia para interpretar su fina ironía. La Comisión ha condicionado la mayor parte de los fondos a sostenibilidad, economía circular y digitalización. En política se prioriza lo que se ve; carreteras, trenes, rotondas, aceras. El plan forzará a los Estados a invertir en lo que no se ve; reciclaje y reutilización de agua y de residuos, eficiencia energética, uso masivo de datos, inteligencia artificial, etcétera, que determinará la lucha contra el cambio climático, el uso más eficiente de los recursos, la productividad y los salarios de los ciudadanos europeos en la próxima década.
La principal amenaza va a ser la burocracia. En la última década en España las diferentes Administraciones han desaprovechado la mayor parte de los fondos europeos que se quedaron sin usar. Los funcionarios que decidan qué proyectos enviar a Bruselas deberían ser digitales y sostenibles y apoyarse en el sector privado para agilizar su elaboración y su aprobación. El gasto y la deuda las asume la Comisión Europea y no es necesaria la coinversión. Y los proyectos con colaboración público-privada tendrán financiación privilegiada del Banco Europeo de Inversiones.
No hay excusas para que España sea de nuevo el país que más fondos recibe, como sucedió con los fondos de cohesión en los años noventa.

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