La economía son personas

La economía son personas


EN PROCESO

Thomas Carlyle definía en 1849 la economía como «Una [materia] triste, árida y, de hecho, bastante vil y penosa, a la que podríamos llamar, a título honorífico, la ciencia lúgubre.». Y, en algunos periodos esta descripción, para bien o para mal, ha calado en la sociedad. 

La economía es una disciplina que, por lo general, pasa desapercibida hasta que las cosas van mal.

Sólo entonces, cuando una economía se enfrenta a una crisis y miles de personas pierden su trabajo o los precios suben demasiado o caen demasiado deprisa, tendemos a prestarle atención. Y en esos momentos sin duda alguna parece bastante funesta, en especial cuando insiste en los retos y las restricciones que tenemos que asumir, pues nos recuerda que la realidad es que no podemos tener todo lo que queremos y que los seres humanos somos criaturas inherentemente imperfectas.


La economía es, en su esencia misma, el estudio de las personas.

Es una indagación de cómo la gente triunfa, de qué la hace feliz o contenta, de cómo la humanidad ha logrado a lo largo de generaciones hacerse más saludable y próspera de lo que nunca había sido.


La economía examina lo que impulsa a los seres humanos a hacer lo que hacen, y observa cómo reaccionan cuando se enfrentan a la dificultad o al éxito. Investiga las elecciones que la gente hace cuando tiene un conjunto limitado de opciones y cómo sopesa los pros y contras de cada una. Es un estudio que integra historia, política y psicología...


Si la tarea de la historia es decirnos qué errores cometimos en el pasado, corresponde a la economía averiguar cómo podemos hacer las cosas de forma diferente la próxima vez.


Durante la primera década del siglo XXI el mundo lidiaba con una de las mayores crisis financieras de la historia, después de que los mercados internacionales se vieran superados por el efecto acumulado de unos créditos que tardarían décadas en pagarse.

Algunos de los bancos más grandes y antiguos del mundo se derrumbaron, y comerciantes y fabricantes quebraron. Esta crisis tenía muchos aspectos novedosos: involucraba nuevos instrumentos financieros de gran complejidad, por ejemplo, y se producía en un contexto económico inédito, pues por primera vez desde el final de la guerra fría la posición de Estados Unidos como superpotencia mundial resultaba cuestionada.
Sin embargo, en el fondo era muy similar a muchas de las crisis del pasado.

En diciembre de 2019 irrumpe la pandemia del COVI-19...



¿Qué sentido tiene la economía?


Si podemos cometer los mismos errores una y otra vez, se quejaba la gente, ¿qué sentido tiene la economía? La respuesta es muy sencilla. El conocimiento que hemos adquirido a lo largo de los siglos sobre la mejor forma de manejar nuestras economías nos ha hecho más prósperos, más saludables y más longevos de lo que nuestros antepasados podían imaginar. ¿Más felices? ¿Más sostenibles? Todo esto no es en absoluto gratuito.


Basta mirar a los países del África subsahariana y de ciertas partes de Asia, donde las personas siguen viviendo en las mismas condiciones en que lo hacían los europeos en la Edad Media, para comprobar que nuestra prosperidad no está en absoluto garantizada.


Lo cierto, sin embargo, es que es extremadamente frágil, pese a lo cual, como ocurre siempre con las cuestiones económicas, damos estos logros por sentados y tendemos a centrarnos en el aspecto lúgubre de las cosas.
Así es la naturaleza humana.


El secreto oculto de la economía es que en realidad no es para nada complicada: ¿por qué debería serlo? Es el estudio de la humanidad, y como tal sus ideas son con frecuencia poco más que sentido común.


¿Por qué actuamos como lo hacemos? rechazando la sabiduría convencional; entendiendo que incluso las cosas más sencillas de la vida son más complejas de lo que parecen (y, debido a ello, también más hermosas).


Pero ¿por dónde empezar? ¿Debo empezar por agradecer a los propietarios de los bosques donde se talaron los árboles empleados para hacer el papel en el que está impreso? ¿O a los trabajadores de la fábrica que produce la tinta utilizada en sus páginas? ¿O a los operarios de las máquinas con las que se encuadernó? Como tantas cosas en este mundo interconectado en el que vivimos, millones de personas desempeñaron algún papel en la creación de este libro, desde los editores e impresores del producto que tiene en sus manos, hasta las empresas de transporte que lo trasladaron hasta la librería en donde lo adquirió.



50 cosas que hay que saber sobre economia - Edmund Conway


FUENTE: http://www.librosmaravillosos.com/


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