La ley de los rendimientos decrecientes


La ley de los rendimientos decrecientes


"La ley de rendimientos marginales decrecientes es uno de los elementos más constantes en las teorías de todos los economistas. Sin embargo, es una ley con muy poca investigación empírica detrás. A pesar de ello, lo economistas seguimos defendiéndola". 
Óscar Vara

DEFINICIÓN TÉCNICA

La ley de rendimientos decrecientes es un concepto económico que muestra la disminución de un producto o de un servicio a medida que se añaden factores productivos a la creación de un bien o servicio.

Según el principio económico de los rendimientos decrecientes, El PM (producto marginal) del factor trabajo (o de cualquier otro factor) comienza a disminuir a partir de un determinado punto a medida que se utiliza una mayor cantidad del mismo, pero manteniendo constantes los demás factores.
Se trata de una disminución marginal. Es decir, el aumento es menor cada vez, por eso, otra manera de llamar a este fenómeno es ley de rendimientos marginales decrecientes.

Según la ley de rendimientos (marginales) decrecientes, incrementar la cantidad de un factor productivo en la producción del bien o servicio en cuestión, provoca que el rendimiento de la producción sea menor a medida que incrementamos este factor. Siempre y cuando se mantengan el resto de factores a nivel constante (ceteris paribus). Normalmente, en la función de producción, cuántos más trabajadores hay, mayor es la producción.

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Es necesario explicar el concepto básico de los rendimientos marginales decrecientes. Si aumentamos la cantidad de un factor productivo y dejamos fija la cantidad empleada del resto, llegará un momento en el que la cantidad de producto final que obtenemos es menor a medida que vamos produciendo más y más. Puede incluso llegar un momento en el que al aumentar una unidad de factor empleado (por ejemplo, trabajo o maquinaria) la producción disminuye.

Explicado en palabras sencillas, parece ser que pese a lo que pueda pensarse a priori, aumentar un factor no solo no aumenta la producción del bien o del servicio sino que puede llegar a provocar una disminución gradual de la cantidad producida.

Es necesario diferenciar este proceso del que sucede en las deseconomías de escala, el caso opuesto a las economías de escala. En éstas, las disminuciones en los incrementos de la producción son consecuencia del incremento de todos los factores en una misma proporción y no de uno solo de ellos, como en el caso de los rendimientos marginales decrecientes.

La ley de los rendimientos decrecientes se atribuye generalmente al economista David Ricardo, aunque sus principios fueron definidos por el napolitano Antonio Serra muchas décadas antes.

Ejemplo de la ley de rendimientos decrecientes

La existencia de los rendimientos decrecientes pueden parecer lógicos si lo pensamos desde el siguiente punto de vista: no por tener más obreros en una construcción necesariamente el trabajo se realiza de manera más rápida y eficiente.

Puede llegar un punto en el que tantas personas trabajando en un mismo espacio pueden llegar a incordiarse por falta de espacio y no realicen sus tareas correctamente. Una mayor cantidad de obreros hará que el nivel de producción disminuya por cada unidad de obrero empleado. En ese caso el aumento marginal de la producción es negativo.

Sucede lo mismo aumentando el factor capital. Por ejemplo, imagina que en un huerto trabaja solo una persona. El trabajo que tiene que hacer para producir es enorme. Si se compra un tractor podrá realizar mucho mejor sus tareas. Pero si compra otro tractor no le servirá de nada ya que no puede conducir los dos a la vez. Así como el primer tractor hizo que la producción aumentara, el segundo tractor no, es decir, el rendimiento marginal fue cero al añadir el segundo tractor. Imaginemos que le regalan 10 tractores más. Debido a que tendrá que utilizar parte de su huerto para aparcarlos, la producción se verá reducida, siendo el rendimiento marginal decreciente por cada tractor que se añade.





La ley de los rendimientos decrecientes apareció en los primeros años de la economía moderna de la mano de autores como Thomas Malthus, Johann Heinrich von Thünen, David Ricardo y, sobre todo, Jacques Turgot.
A este último se le atribuye la formulación más conocida, cuyo objetivo era explicar la disminución de los factores de producción de un bien frente a los beneficios obtenidos durante el proceso de elaboración.
En principio fue utilizada para entender el aumento de los precios agrícolas en Gran Bretaña del siglo XVIII. De hecho, el ejemplo clásico al que siempre se recurre para una explicación más concreta de su postulado es el de la parcela de tierra:
  • En la parcela se cultivan lechuga y maíz. Su labranza implica un aumento de la producción de estos dos productos.
  • Una segunda y una tercera labranza hacen progresar aún más la producción, algo que se traduce en mayores beneficios para sus propietarios.
  • El nivel de producción aumenta varias cosechas más.
  • Sin embargo, a partir de la sexta o séptima cosecha el nivel de producción de lechugas y maíz apenas registra un leve crecimiento.
  • De hecho, en una novena o décima cosecha la producción es la misma. O sea, ha llegado a un punto en el no puede aumentar más.
  • El agotamiento del suelo es evidente. Cualquiera que sea la unidad de trabajo implementada, la producción de lechugas y maíz se mantendrá.
  • Los productos estabilizan su radio de consumo.
  • Si los propietarios de la parcela invierten más recursos en la producción (por ejemplo, la contratación de un nuevo trabajador), el precio de los productos irá al alza sin que esto suponga un aumento en el número de lechugas.
Rendimientos decrecientes: otras consideraciones
Los principales críticos de la ley promulgada por Turgot y Ricardo afirman que sólo es aplicable al sector de la agricultura, pues algunos factores de la producción (la lluvia, la calidad de la tierra, etc.) no son dominados del todo por el hombre. En cambio, en el sector de la industria ocurre lo contrario.
Independientemente de tal afirmación, sí que es cierto que toda actividad económica pasa primero por una fase de incremento de su producción que, tras alcanzar un punto óptimo, se estabiliza por más que se añadan nuevos factores.
Ahora bien, también lo es que la ley de rendimientos decrecientes exige que se cumplan ciertas condiciones del entorno:
·         Los factores de producción deben ser homogéneos. Por ejemplo, en el caso de la parcela, la cantidad de tierra cultivable es siempre la misma. O la dependencia de los trabajadores, que excluyen la opción de una labranza tecnificada.
·         La situación requiere estabilidad. No pueden introducirse otros medios técnicos que supongan alcanzar nuevos rendimientos crecientes, tal como sucede actualmente en muchos sectores de la industria. Con el ánimo de aumentar sus rendimientos y sus índices de producción, muchas empresas recurren a tecnologías o infraestructuras que rompen la linealidad de la ley de rendimientos crecientes.
·         Los factores de producción nunca van solos. Es decir, siempre que se recurre a uno nuevo, éste,  invariablemente, está ligado a otro. Los trabajadores contratados para labrar la parcela suponen, por ejemplo, costes en materia de seguridad social y laboral y capital técnico (herramientas, utensilios, uniformes, entre otros).

FUENTES: 
Óscar Vara
https://retos-directivos.eae.es/


BIBLIOGRAFÍA:
https://economipedia.com/definiciones/ley-de-rendimientos-decrecientes.html
https://economipedia.com/definiciones/productividad-marginal.html


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